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martes, 27 de enero de 2015

El yoga de Patanjali - Parte III




¿Cómo es posible la Liberación?
Efectivamente, el Sâmkhya-Yoga ha comprendido que "el espíritu (purusha) no puede ni nacer ni destruirse, no es esclavo ni activo (= en activa búsqueda de la liberación), no está ni sediente de libertad ni liberado" (...) "Su modo es tal que ambas posibilidades están excluidas" (...) El Sí-mismo es puro, eterno y libre; no podría ser esclavizado, porque no puede tener relaciones con otra cosa que sí propio. Pero el hombre cree que el purusha está esclavizado y piensa que se lo puede liberar. Son ilusiones de nuestra vida psicomental. Pues, de hecho, el espíritu "esclavizado" es libre de toda eternidad. Si la liberación se nos aparece como un drama, ello se debe a que nos situamos desde un punto de vista humano; el espíritu no es sino "espectador"(sâkshin), así como la "liberación" (mukti) no es sino una
toma de conciencia de su libertad eterna.
Yo creo sufrir, creo estar esclavizado, deseo la liberación. En el momento en que -habiendo "despertado"- comprendo que este "yo" (asmita) es un producto de la materia (prakriti), comprendo al mismo tiempo que toda la existencia no ha sido sino una cadena de momentos dolorosos y que el verdadero espíritu "contemplaba impasiblemente" el drama de la "personalidad".
Así, la personalidad humana no existe como elemento último, no es sino una síntesis de experiencias psicomentales, y se destruye -o, dicho de otro modo, cesa de actuar- desde que se ha cumplido la revelación. Semejante en ello a todas las creaciones de la sustancia cósmica, la personalidad humana (asmita) actuaba, también ella, con vistas al "despertar", por eso, una vez realizada la liberación, se hace inútil. La situación del espíritu (purusha) tal como el Sâmkhya y el Yoga la conciben, es un tanto paradójica. Aunque puro, eterno e intangible, el espíritu se presta empero a asociarse, así sea ilusoriamente, con la materia, y hasta para alcanzar conocimiento de su propio modo de ser y "liberarse" está obligado a servirse de un instrumento creado por la prakriti: de la inteligencia.

Sentido de la Liberación
La liberación (môksha) es, de hecho, una liberación de la vida del mal y del dolor. No es sino la toma de conciencia de una situación que ya existía, pero sobre la cual tendía sus velos la ignorancia. El sufrimiento se aniquila de por sí cuando comprendemos que es exterior al espíritu, que no concierne sino a la "personalidad" humana (asmita). Imaginemos, en efecto, la vida de un "liberado". Seguirá actuando, porque las potencialidades de las existencias anteriores, y las de su misma existencia presente anterior al "despertar", exigen actualizarse y consumarse conforme a la ley del karma (...) pero tal actividad ya no es suya: es objetiva, mecánica, desinteresada, en suma, no tiene como objetivo el "fruto". Cuando el liberado actúa, no tiene la conciencia de un "yo actúo" sino de un "se actúa"; en otros términos, no arrastra al sí mismo en el proceso psicofísico. Al no operar más la fuerza de la ignorancia, no se crean ya nuevos núcleos kármicos. Cuando todas las "potencialidades" quedan destruidas, la liberación es absoluta (...) La "libertad" que se adquiere por medio del conocimiento metafísico o por el yoga es, sin embargo, real y concreta. No es cierto que la India haya buscado la liberación en un sentido sólo negativo; antes bien, quiere realizar, positivamente, la libertad. En efecto, el "liberado en vida" puede extender la esfera de su acción tan lejos como quiera. Nada tiene que temer, pues sus actos no tienen ya consecuencias para él ni, por lo tanto, límites. Como nada puede esclavizarlo ya, el "liberado" puede permitírselo todo en cualquier dominio de actividad; pues el que actúa no es ya él en tanto que "Sí-mismo", sino un simple instrumento impersonal.

La Estructura de la Experiencia Psíquica
El Yoga clásico comienza donde el Sâmkhya termina. Patáñjali se apropia casi enteramente de la filosofía del Sâmkhya, pero no cree que el conocimiento metafísico pueda por sí solo conducir al hombre a la liberación. El conocimiento, en efecto, no hace sino preparar el terreno para la adquisición de la libertad (mukti) La liberación debe, por así decirlo, conquistarse en alta lucha, especialmente por medio de una técnica ascética y un método de contemplación. La finalidad del Yoga, como la del Sâmkhya, es suprimir la conciencia normal en beneficio de una conciencia cualitativamente distinta, capaz de comprender exhaustivamente la verdad metafísica. Pero la supresión de la conciencia normal no es, para el Yoga, tan fácil de obtener. Además de la "filosofía", el darsana, implica una práctica (abhyâsa), una ascesis (tapas); en suma, una técnica fisiológica. Patáñjali define el yoga como: "La supresión de los estados de conciencia". Su técnica presupone, pues, el conocimiento experimental de todos los "estados que "agitan" la "conciencia" normal, profana, no iluminada. Pero entran todos en tres
categorias, correspondientes respectivamente a tres posibilidades de experiencia: l. los errores y las ilusiones (sueños, alucinaciones, errores de percepción, confusiones, etcétera.); 2. la totalidad de las experiencias psicológicas normales (todo lo que siente, percibe o piensa el profano, el que no practica el yoga); 3. las experiencias parapsicológicas desencadenadas por la técnica del yoga y accesibles, naturalmente, sólo a los iniciados (...) La finalidad del Yoga de Patáñjali es, pues, abolir las dos primeras categorías de experiencias (surgidas respectivamente del error lógico y del error metafísico) reemplazándolas por una "experiencia" extática, suprasensorial y extrarracional. Gracias al samâdhi, se trasciende definitivamente la condición humana -que es dramática, ya que nace del sufrimiento y en el sufrimiento se consuma- y se obtiene finalmente esa libertad total a la cual con tanto ardor aspira el alma india (...)
"Patáñjali, y con él una infinidad de maestros del yoga y del tantra, saben que la chittavrtti o "torbellinos de conciencia" no pueden ser controladas y finalmente abolidas a menos que se les haya "experimentado" antes. En otros términos, es imposible liberarse de la existencia (samsâra) si no se conoce la vida de una manera concreta. Así se explica la paradójica teleología de la Creación, que, según el Sâmkhya y el Yoga, por una parte "encadena" el alma humana y por otra la incita a la liberación (...) Al analizar la "individualidad psíquica", Patáñjali descubre cinco clases, o más bien, cinco "matrices" productoras de estados psicomentales (chittavrtti); la ignorancia (avidyâ) el sentimiento de individualidad (asmitâ; la persona), la pasión o apego (râga), el aborrecimiento (dvêsa) y el amor a la vida, (abhinivêsha).

La concentración sobre un único objeto
"El punto de partida de la meditación es en el Yoga la concentración sobre un objeto único, la ekágrata. Este objeto puede ser, indiferentemente, un objeto físico (el punto central del entrecejo, la punta de la nariz, una fuente luminosa, etcétera), un pensamiento (una verdad metafísica) o Dios (Isvara). La ekágrata tiene por resultado inmediato la censura de todos los automatismos psicomentales que dominan -y que, a decir verdad, constituyen - la conciencia profana.
La actividad de los sentidos y el inconsciente introducen continuamente en la conciencia objetos que la dominan y la modifican. Las asociaciones dispersan la conciencia; las pasiones la violentan. Aún en sus esfuerzos intelectuales, el hombre es pasivo: la mayoría de las veces no piensa, propiamente hablando, sino se deja pensar por los objetos. Bajo las apariencias del pensamiento se oculta en realidad un flujo indefinido y desordenado, nutrido por las sensaciones, las asociaciones y la memoria. El primer deber del yogi es pensar él, es decir, no dejarse pensar por los objetos. Por eso la práctica del yoga comienza por la ekágrata, que pone dique a la corriente mental y constituye un "bloque psíquico", un continuo firme y unitario (...)

Contenciones y Disciplinas
Los dos primeros grupos de práctica, yama y niyama, constituyen los preliminares insoslayables de cualquier ascesis. No presentan, por consiguiente, ninguna particularidad específica del yoga. Hay cinco "contenciones" (yama): ahimsa, "el no matar"; satya, "el no mentir"; asteya, "el no robar"; brahmacháriya, "la abstinencia sexual"; áparigraha, "la no avaricia".
Las "contenciones" no proporcionan un estado del yoga sino sólo un estado humano "purificado", superior al de la humanidad común (...) Paralelamente a estas contenciones, el yogi debe practicar los Niyama, es decir, una serie de "disciplinas" corporales y psíquicas. "La limpieza, la serenidad, la ascesis (tapas), el estudio de la metafísica del Yoga y el esfuerzo por hacer de Dios (Isvara) el motivo de todas las acciones, constituyen las disciplinas", escribe Patáñjali (...) Limpieza significa la purificación interna de los órganos (...)

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Bibliografía

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